Director: Werner Herzog
Reparto: Klaus Kinski, Claudia Cardinale, Miguel Ángel Fuentes, Paul Hittscher, José Lewgoy, Más...
País: Alemania Occidental
Año: 1982
Duración: 158 minutos
Música: Popol Vuh
Premios: Ganó una «categoría de plata» en los Deutscher Filmpreis por mejor película extranjera, y ganó un premio al mejor director para Herzog en el Festival de Cannes. También fue nominada a los premios BAFTA y Globo de Oro en la categoría por mejor película extranjera, y una Palma de Oro en el Festival de Cannes.
Mi evaluación: 4 de 5 butacas
Comentario: La historia, ambientada en el siglo XIX, es la de Brian Sweeney Fitzgerald ("Fitzcarraldo"), obseso de la ópera que desea construir un teatro en la selva. Para lograrlo, tendrá que hacer una fortuna en la industria del caucho, y su astuto plan consiste en transportar un enorme barco por el río y pasando una pequeña montaña con la ayuda de los indios locales.
Hasta la actualidad, Fitzcarraldo es considerada la película más notable en la historia de la Amazonía peruana e Iquitos, y también una de las mejores, según Herzog. Además, la película es conocida por casi fracasar durante su rodaje y por otros obstáculos. La producción de la película fue realizada con muchas dificultades enteramente en la Amazonía peruana. Durante el rodaje había conflictos debido a las limitaciones técnicas, la tensión entre las culturas de la producción y los indios locales, y una incipiente enemistad entre Kinski y Herzog.
Esta es la historia de dos personajes que protagonizaron la misma aventura épica en dos siglos diferentes. Fitzcarraldo, comerciante peruano (1862-1897) y Werner Herzog cineasta alemán (1942). Ambos lograron traspasar con un barco de vapor el istmo de Fitzcarraldo, colina de casi 500 metros de altura que comunica la cuenca del rio Ucayalí con los rios Madre de Dios y Beni en el Perú. El proyecto de Fitzcarraldo era construir una carretera y, eventualmente, un ferrocarril para unir las cuencas del Purús y el Ucayalí. Viajó a Iquitos a comunicar su descubrimiento y buscar ayuda para concretar su proyecto. Al no encontrarla, adquirió la lancha a vapor “Contamana“, a la que planeaba desarmar para hacerla pasar por el istmo y luego volverla a armar en el Manu. La partida de la expedición desde la capital loretana se produjo en abril de 1894. Desde los balcones de su casa, y antes de partir, Fitzcarraldo pronunció un discurso ante el alucinado pueblo loretano: “Nos hemos reunido hombres de Europa, Asia y América bajo la bandera de la nación peruana, no para emprender una aventura más, sino para ofrecer a la humanidad el presente de tierras ubérrimas, donde puedan encontrar un nuevo hogar los desheredados del mundo. Para que llegue el triunfo pronto y seguro necesitamos trabajar sin descanso. ¡Manos a la obra!”.
Un millar de indios y un centenar de blancos, unidos a la voluntad férrea de Fitzcarraldo, acometieron la hazaña de hacer rodar el casco de la lancha “Contamana” por un camino de diez kilómetros de largo, subiendo alturas de hasta 469 metros. Más de dos meses duró el paso del Istmo, y Fitzcarraldo, con posteriores reparaciones del camino, gastó cerca de cincuenta mil soles. “Sobre tablas de cedro ruedan los troncos de setico, que con su jabón natural favorece el deslizamiento de la lancha. Hacen largos descensos en los descampados, donde se ha rozado el monte y se han sembrado chácras de maíz, plátanos y yucas, que están maduros, sirviendo de ración a la gente. Parte del camino era terreno amarillento y fangoso, y sólo al subir la cumbre se podía divisar roca. Por su parte más ancha tenía cuatro metros, y se angostaba en los pasos donde fueron construidos puentes de madera. En ningún momento se utilizaron explosivos. Años más tarde, el coronel La Combe, jefe de una expedición a las selvas de Perú, escribió, refiriéndose a este logro, “sólo un gigante de la estatura de Fitzcarraldo podría haber realizado esa tarea en tan poco tiempo”. Para otros, sin embargo, Fitzcarraldo fue nada más que otro depredador de la selva amazónica. Un vulgar aventurero, un simple peón del imperialismo Inglés, que con su voracidad sin escrúpulos destruyó la cultura indígena y produjo un desplazamiento de las tribus indígenas de sus territorios. Fitzcarraldo murió ahogado en una expedición en los rápidos del río Alto Urubamba, el 9 de julio de 1897. 88 años más tarde, esta fantástica aventura sedujo la imaginación del cieneasta alemán Werner Herzog que decidió convertir la historia en una excelente película. En 1982 estrenaría su más devastadora, brutal y caótica obra. La aventura del rodaje estuvo a la altura de los hechos acontecidos y la conciencia hiperrealista del autor convirtió la producción en un infierno y derroche. Todo lo que pasa es real; construcción a escala real de 2 barcos de 320 toneladas, subida por la colina sin efectos especiales, los nativos quebrándose la espalda, el barco haciéndose pedazos por los rápidos, el fermentado y blanquecino brebaje que Klaus Kinski (Fitzcarraldo) se traga, el detrozo de las localizaciones en pleno amazonas. Este film estuvo cargado de peligros hacia los protagonistas, tres de los cuales resultaron heridos. El própio director declararía años más tarde: “Nació el proyecto de Fitzcarraldo, mitad desafío a las leyes de la gravitación, mitad desafío a los parámetros de la razón; un proyecto totalmente concebido contra las leyes de la naturaleza. Nadie creía en ello. Me consideraban más loco e irrazonable que el propio protagonista. Ya dijeron algo parecido cuando empecé Aguirre en los mismos escenarios naturales del Perú; y aquella empresa no tenía punto de comparación con la actual, uno de los trabajos más difíciles y desesperados de la historia del cine. A su lado, Apocalypse Now (Francis Ford Coppola, 1979) fue un juego de niños. Me gasté en ello todo mi dinero: un millón de dólares. Me he quedado sin camisa… Pude terminar Fitzcarraldo gracias a las aportaciones de la televisión alemana y otras sociedades de producción...Pero creo que si los espectadores se sienten impresionados por el transporte del barco montaña arriba es porque saben que se trata de algo real y no truqueado. Quiero que los espectadores recobren la confianza en lo que ven sus ojos.”
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